sábado, 24 de septiembre de 2016

23 el 23, un año después

Esto de cumplir años va haciéndose cada vez más lindo, aunque tal vez en unos diez años más sienta que tengo que retractarme por esto, por ahora, me he dado cuenta que con el pasar del tiempo los cumpleaños ya no se celebran como en la adolescencia, con fiesta, alcohol y desenfreno; al contrario, se celebran con amor del de verdad. 
Cumplir 23 un 23 es hasta gracioso y más aún cuando tu día fue así de divertido. Todo empezó a las 4am con el sonido de la vocecita de Nikola que decía: "tía, tita (versión de tetita)" y mi mano un poco torpe que intentaba alcanzar el biberón que yacía junto a la lámpara, de esa hora en adelante el sueño se volvió más tenue y mi cabeza empezaba a recordar historias, día a día lo que había venido viviendo hasta mis nuevos veintitrés. Después de un par de horas y tras haber sucumbido entre las sábanas una vez más me despertaba con un alegre globito de "happy birthday", una fundita de regalo de Snoopy, un sobre y otra pequeña bolsa florida; lo primero que abrí fue la carta. El color blanco del papel era casi imperceptible en medio del esfero negro y de toda esa suma de letras que en conjunto produjeron en mi el llanto más bello; mi mamita, había juntado las perfectas palabras para mostrarme su amor. El resto de regalitos eran cada vez más especiales, incluyendo una cartita de esa amiga que es más que mi hermana y que con solo leerla me hacía imaginar su voz a la distancia; y así continuó el día, de la forma más dulce. 
En mi viernes cumpleañero no hubo fiesta ni desvelada pero si hubo pastel de quinceañera con mi foto de esa misma época, sushi en cantidades industriales y sobre todo una energía tan pura, tan mágica, tan bella, que me hizo sentir realmente especial. 
Los años no pasan en vano, dicen muchos, y realmente lo creo porque el tiempo me ha enseñado ciertas cosas y más aún el valor de amar. 
El 23 de septiembre de 2016 fui especialmente feliz, más que en otras ocasiones.

Y llegó el 24. 
Hace un año tuve en mi el primer rastro de tinta, una de las huellas con mayor importancia. Hoy volví al mismo lugar y al mismo evento y ya nada era igual. 
Recordaba como empezó todo mi proceso de "entintaje", el sonido de la máquina, la voz del tatuador y esa sensación en la piel que nunca podré llamar como dolor. 

 Después de los recuerdos llegaron las realidades y con éstas las perforaciones más gruesas y profundas, capaces de elevar el peso completo del cuerpo sin, literalmente, romperte la carne.
Los comentarios de la gente del rededor eran variados, empezando por los clásicos: "yo jamás haría eso" o "¿Qué no les duele?" hasta llegar a "Alguna bien puesta debería colgarse de las nalgas"
 Las expresiones humanas varían en gran medida y todo puede nacer en una palabra y la emisión del sonido de ella, porque las letras, una más otra, son exteriorizaciones de la mente; por eso me gusta encontrarle el sentido de las cosas.

 Estirones, sangre, colores, sombras, negros, blancos y de todos los sabores, la Convención cada año me sorprende, me enriquece, me enseña. Yo iba tras los famosos pero nunca pude encontrarlos porque prefería encontrarme a mi misma en un mundo tan diverso.
Ya tengo 23, los siento como algo que tengo físicamente y lo puedo tocar, ver, percibir; y lo que quiero ahora, es esperar hasta descubrir el nuevo sabor de los veinticuatro.

lunes, 19 de septiembre de 2016

El fitness empieza por el cerebro

Después de casi un año lejos de las letras y de tantas experiencias en este nuevo estilo de vida "fit", tengo mucho que contar.
Todo este movimiento mundial dirigido a una vida saludable, entrenamientos fuertes y dietas estrictas se ha convertido en una moda que muchos están siguiendo ahora.
Si empiezo por aclarar que una vida en el fitness no es una moda, se podrán dar cuenta que esto no se centra en comprarte el nuevo modelo de Nikes para el gym, no se trata de seguir una dieta extrema que haga que te conviertas en una persona despreciable con la que nadie quiera ir a almorzar y que cuando pidas una hamburguesa le saques el pan, no te comas las papas, y hasta tengas que darle a alguien más ese trozo de carne jugosa por no sentir cargo de consciencia, esta vida no se basa en dedicar todo tu día al gimnasio para luego salir y seguir sintiéndote insatisfecha con tu cuerpo, con tu esfuerzo, con tu sudor; NO! esta vida no es así.
Después de cinco años de ir experimentando y rotando de deporte en deporte, iniciándome en el Tai-Chi para luego seguir con el triatlón, que me trajo muchas satisfacciones por cierto, pasando por muchos tipos de yoga y luego descubrir que mi verdadero yo está en las pesas, fui aprendiendo poco a poco que el fitness empieza por el cerebro.
Muchas personas que comienzan su entrenamiento desarrollan con el una especie de obsesión poco sana y voraz, en principio por falta de conocimiento y a mi me pasaba lo mismo, y consecuentemente por una sed insaciable de lograr un estereotipo de belleza marcada que cada vez se va convirtiendo en algo más extremo.
Una rutina de ejercicio para mi no significa un castigo, un esfuerzo, para mi es un verdadero placer; lo que si significa una penitencia es no poder ir al gimnasio.
Durante la última semana tuve un pequeño problema en el pie y eso no me permitió entrenar, pero es en esos momentos en los que mi cabeza va absorbiendo más la noción de equilibrio.
Yo intento lograr el punto de equilibrio en mi vida en general y más aún en algo que se vuelve tan adictivo como el ejercicio y me he dado cuenta que con un pasito a la vez lo puedo lograr, entonces viene una cuestión muy importante: yo entreno para mi, porque me gusta, porque me apasiona, porque me hace sentir bien, porque estoy saludable, porque no tengo exceso de peso y sobre todo porque me gusta como y quien soy; entonces, si falto un día al gimnasio, no me voy a morir; si me como un pedazo de pastel, no voy a ir corriendo al baño a vomitarlo; si no quiero hacer cardio, no significa que si no sudo el ejercicio no funciona; ¡no! El éxito está cuando das lo mejor de ti, cuando sientes que tu esfuerzo te hace sentir bien y si puedes esforzarte más, ¡hazlo!

Una vida de entrenamiento físico y dieta balanceada es eso, una vida, un estilo, la forma que yo escogí para vivir; no es cuestión de una época, de unos días o meses o de cumplir una promesa de año nuevo, es un modo de ser que todos pueden lograr por el simple hecho de que tienen un cuerpo.

Yo soy una mujer de lágrimas, de emociones fuertes y ver los Juegos Paralímpicos, o los corredores de la 15k que llegan exhaustos después de recorrer casi toda la ciudad junto con su silla de ruedas a mi me llena el corazón.

Para muchos el ejercicio es una tortura, para otros una adicción, pero también habemos los que encontramos el punto medio, para mi el ejercicio es alegría, terapia, desahogo y amistad, porque además de regalarme beneficios físicos, el ejercicio también me ha regalado buenos amigos, gente maravillosa de la cual aprender día a día.