jueves, 29 de octubre de 2015

Welcome to U.S.A.

Después de haber sido aceptada para participar en el "2015 Harvard Initiative for Latin American Relations Conference", y que por cuestiones del destino encajaba perfecto dentro de las vacaciones de de mi noveno semestre, estoy aquí.
Es extraño volver a los Estados Unidos después de que me quedó claro hace mucho tiempo que ésta no es la tierra en la que podría plantar mis raíces.
Nuevamente entré a este país de la misma forma de siempre, chequeo de maletas, sacarse los zapatos y todos los metales, un toqueteo por aquí y por allá de una señorita que descubre mi arete del ombligo y así, hasta que llegó el control migratorio. Por suerte para mi, los nervios no son algo que me invade en cada viaje, al contrario de mi padre y que en realidad muchas personas en el mundo, yo solo soy, y generalmente me enfoco en los rostros de la gente que hace fila, en sus expresiones, en la diversidad de nacionalidades, en lo rico que es el mundo y en lo pobre e insignificante que soy yo en medio de la inmensidad. Al frente mío estaba una señora, de nacionalidad nigeriana, como pude ver de reojo en la portada de su pasaporte, claramente ella no hablaba nada de inglés, pero esto no era lo que me llamaba la atención, ella tenía en su cara escarificaciones, rayas hechas con algún objeto cortopunzante, una forma de tatuaje tradicional africano que sirve para distinguir entre una persona y otra, y bueno, como últimamente me he obsesionado con el mundo de la tinta eterna, este rostro era un foco de atención. Ella pasó adelante mío, y el agente de migración, un hombre negro, de buena estatura y con expresión alegre, que tal vez en su pasado pudo incluso tener alguna conexión genética con ella, estaba hoy llevando la batuta del poder, de el dependía si esta mujer entraba o no a los Estados Unidos; después de una conversación larga y tediosa que ponía a esta mujer con los pelos de punta, el agente, la dejó pasar.
Y aquí, seguía yo, este mismo agente migratorio me atendió, primero con una sonrisa de amigo incondicional, me trataba como si me conociera y eso me gustó. Después de hacerme todas las preguntas de rutina, no se por qué, ni en qué momento llegamos a una profunda conversación sobre amor y matrimonio, si, sobre el tema más extraño que podría hablar con un policía en el aeropuerto.
Todo empezó con una simple pregunta:
Policía: Estás casada?
Dani: No!!!! Tengo 22 años y creo que me falta mucho para casarme, aunque bueno, ni siquiera creo en el matrimonio.
Policía: Oye Amy! Ven a escuchar lo que me acaba de decir esta chica! (Y viene otra agente negra, con pinta de que manejaba muy bien las dos armas que le colgaban de cada lado de la cadera).
Pues bien, esta joven señorita me acaba de decir que no cree en el matrimonio! (Yo no podía hacer más que reirme y alzar mis cejas en tono de como si hubiese dicho algo totalmente del otro mundo)
Dani: Es difícil creer en el matrimonio, yo no necesito firmar un papel para sentirme comprometida con alguien por amor.
Policía: Alguna vez te has enamorado? Yo creo que te han roto el corazón!
Dani: Si, claro que me he enamorado, hace mucho tiempo.
Policía: Y nunca pensaste en casarte con este hombre?
Dani: No, nunca, el simple hecho de ver la versión tradicional del matrimonio. La fiesta, las damas, el vestido blanco, la gastadera de dinero, eso no es lo mío.
Policía: Pero, podrías casarte sin necesidad de fiesta y todo eso.
Dani. Bueno, si, pero y si luego me quiero divorciar? Es todo un largo trámite, prefiero ahorrarme trámites.
Policía: Yo me casé a los 21, mi esposa tenía 18, éramos unos niños! Llevo casado ya 13 años y la verdad es que recién hace un año descubrí el verdadero sentido del matrimonio.
Dani: Y bueno, cuál es el sentido entonces?
Policía: compartir tu vida junto a alguien, trabajar juntos para llegar a algo, descubrir que solo no vas a lograr tanto.
Dani: Y eso no te puede brindar una relación estable, libre, sin ataduras, sin papeles, sin ley?
Policía: Ehhh... bueno, sí, si tu te sientes seguro con esa persona, creería que si.
Dani: Entonces el tema del matrimonio viene por la inseguridad, pero esas inseguridades sicológicas se resuelven por otro lado, no con ir al Registro Civil.
Policía: tal vez con el tiempo cambies de opinión. Qué haces de tu vida? Estudias no?
Dani: Si, estudio leyes y fotografía.
Policía: Eso explica todo, tienes un mundo muy diverso, te relacionas con polos opuestos y tu cabeza crece y crece, por eso dudas de todo no?
Dani: De todo en cuanto pueda mientras no haya una respuesta lógica y comprobable.

Pude haber seguido con esta conversación por mucho tiempo más, con un té en mi mano y en medio de una plaza, pero el tiempo se me venía encima y más que esto, la gente que nos miraba a los dos con expresiones de ansiedad mientras ambos reíamos y continuábamos con nuestra amena conversación.

Me selló el pasaporte, me deseó un buen viaje y que alguna vez nos volvamos a ver en medio del inmenso mundo. Deseo lo mismo, volverlo a ver, y tal vez en ese momento podría estar casada o tal vez no, eso se lo dejo a la vida y al resto de los días que me quedan por vivir.

Y que empiece la aventura estadounidense.


lunes, 19 de octubre de 2015

Entre tintas de color

Después de varios años de planear el diseño exacto, de revisar colores, técnicas, tintas, etc, decidí que la perfecta ocasión sería para conmemorar mi cumpleaños número veintidós.
Todo se dio de forma perfecta.
En mi ciudad se celebró (y digo celebró porque no hay otra forma de describirla más que como una fiesta) del 25 al 27 de septiembre la 3era Convención Internacional del Tatuaje "Mitad del Mundo" y para mi fue como una señal divina.
Mi idea, en un principio, era ir a la convención para apreciar el trabajo de todos los artistas y así poder escoger a quien sería el que me tatuaría por primera vez.
Al llegar, bajo el sol capitalino, la fila se tornaba interminable y cada vez se sumaba más gente a la curva hacia la entrada. Tras casi una hora de espera finalmente llegamos a lo que sería uno de los mejores momentos de mi vida. Me sentía en un parque de diversiones, quería hablar con todo el mundo, fotografiar cada uno de los detalles de cada tatuaje, las expresiones de las personas que ese día dejaban un poco de lado su humanidad para convertirse en un lienzo; mi emoción era indescriptible.
El tiempo fue pasando, y todavía no me sentía convencida, todavía no había encontrado al "artista perfecto".
El calor y el gentío nos estaban aturdiendo pero le di una última oportunidad, al último tatuador, de la última esquina, ese que al siguiente día me regaló una de las mejores y eternas expresiones de mi impregnadas en mi piel (aunque suena un poco redundante).





Richard "Chucky" a la izquierda, Damian Carnicero a la derecha. 
Me acerqué a ese stand improvisado y empecé a conversar con una de las personas más auténticas que he conocido, Richard alias "Chucky" . El, un año menor a mi, había tomado decisiones en su vida que yo, a esta edad, creo que no podría tomarlas; el decidió convertirse en el primer ecuatoriano modificado. Lo que más llamaba la atención de su apariencia no eran los incontables piercings y expansiones que colgaban de sus cejas, orejas, nariz y pómulos, lo que me nublaba la mente eran sus ojos (por más romántico que suene). Hace alrededor de 6 meses, Richard, se sometió a un proceso conocido como "eyeball tattoo" por medio del cual el globo ocular (la parte blanca del ojo) adquiere cualquier tonalidad al inyectarle tinta, en este caso, un tono turqueza.

Richard se estaba tatuando en el muslo izquierdo un diseño muy llamativo lleno de vibrantes verdes, amarillos, azules y rojos envueltos en una serpiente con cara de estranguladora, un águila en vuelo a punto de atrapar a su presa y un cráneo humano. El responsable de tal maravilla, Leonardo, yacía agachado mientras seguía específicamente una línea recta, que para mi era totalmente imperceptible, dentro de la que rellenaba de color.
Mientras el sonido de la máquina no paraba, Richard me mostró muy orgulloso su nueva transformación, abrió su boca y estaban todavía claros los puntos de la sesión de bifurcación de lengua que se había realizado hace menos de una semana en manos de su "médico transformador", Damian Carnicero
Mis temores sobre el dolor y el cuidado de lo que sería mi primer tatuaje se desvanecieron en unas pocas palabras:
Dani: Y.. te está doliendo?
Chucky: Alguna vez has mentido?
Dani: Qué? eeeh... bueno si, sí he mentido, como toda la gente.
Chucky: Me encanta tu sinceridad, es difícil encontrarme con chicas que me respondan sin dudar.
Dani: Jaja gracias, pero en serio, dime, cómo manejas el dolor?
Chucky: Hay una cosa bien clara con respecto a los tatuajes, te duelen, sí, pero más te duele una mentira.
A pesar de esta imagen personal, que para muchos podría ser hasta un poco tenebrosa, a mi Chucky me pareció una de las personas más seguras, honestas, directas y sinceras que he conocido.
Después de esta frase solo tenía miles de historias atravesadas en mi cabeza, cientos de hipótesis sobre como debe ser o debió haber sido la vida de Chucky, para que decidiera transformarse de forma tal que con cada cambio se fuese pareciendo más y más al personaje de las películas de terror que tanto pánico me causó durante mi infancia.
La conversación con el era fácil, llevadera, muy divertida, y eso creó en mi una confianza tal que en ese preciso instante le dije a Leonardo que quería que él me tatuara. Accedió de inmediato, le mostré los diseños, las ideas que había visto y en menos de cinco minutos había tomado una cita para una sesión de tatuaje con "Leonard Scott", quien había ganado el primer lugar de la feria el día anterior.

Al salir, no podía contener mi felicidad, hablaba muy alto, hasta gritar, mi sonrisa era inmensa y la ansiedad por la espera de, menos de 24 horas, para mi "wisdom feather" me daba vuelcos en el estómago.

Esa noche fue una de las más largas, tras varias copas veíamos llegar el amanecer, eran ya las cinco de la mañana del domingo 27 de septiembre, en cinco horas más empezaría mi sesión.
Desayunamos junto con mis mejores amigos, tomé mi auto y manejé lo más rápido posible.

Al llegar otra larga fila me esperaba, pero eso, al contrario de ser una mala racha, me ayudó a conocer a gente nueva. Parado junto a mi se encontraba un chico, con notorios tatuajes en sus brazos pero estaba acompañado de su padre. Esa imagen me transportaba a un mundo de libertad falsa, de esa "libertad" que está hiper limitada por las rejas del control parental.
A mi derecha estaban dos amigos que hablaban con ese acento que te trae consigo las olas del mar como fondo, ellos también muy divertidos me preguntaban sobre mi tatuaje, querían explicaciones, descripciones y yo fácilmente se las di. Les encantó mi idea.

Finalmente entré y sin dudar me dirigí directamente al stand de Leonardo, ahí vi un nuevo premio, primer lugar a la categoría old school obtenido el sábado gracias al tatuaje de Chucky.
Ya no tenía miedo al dolor, no podía esperar a ver los resultados.

La preparación fue intensa, plásticos por aquí, sonido de máquina por allá, uno que otro ajuste con herramientas muy precisas, me saqué mi tank top y finalmente me acosté en un tipo de camilla lograda con la simple unión de tres sillas.
Cuando ya estaba totalmente instalada escuché la voz de Leonardo: "Bueno linda, empezamos" y llegó el tono de "bbbzzzrrrr", sentí el primer pinchazo.
Regresaba a ver a cada tanto, esperando más dolor, pero nunca llegó ese momento al que tanto temía, el dolor fue tan ligero que se volvía placentero con el tiempo y mientras mi pluma tomaba forma, solo podía darle una pequeña mirada porque ni siquiera quería respirar para que mis costillas no se hincharan y causaran movimiento en medio de una recta.
Una hora y media después, y con 20 centímetros de un tatuaje "side boob" ya en mi costilla, terminamos.

Me lo vi una, y otra, y otra vez, revisé las fotos, no podía tocarme pero estaba atravesando niveles de felicidad absoluta.

Tres semanas después, sigo admirando mi tatuaje a diario, y tengo claras las ideas de los otros que vendrán.

Y así, puedo definir a mis veintidós años como los mejores, hasta hoy.

My wisdom feather,
Side Boob Tattoo.