miércoles, 25 de enero de 2017

La felicidad en medio del vacío

Después de alrededor de 1825 días en la universidad tengo la sensación del vacío, esa sensación del hueco estomacal, igual al hambre y a la gastritis.
Después de una carrera completa entiendo que el sistema educativo, por lo menos para mí, ha sido una falla, no me ha alentado a nada, no me ha provocado emoción ni sed de aprendizaje, solo me ha enseñado a leer y leer y resumir y resumir.
Aunque he pasado gran parte de mi juventud dentro de un mismo campus, he aprendido más de la vida y de mi propia carrera en espacios externos al aula de clase, y aunque eso no sea ninguna sorpresa para muchos, a mi me produce una gran decepción.
Entiendo que no todo puede ser perfecto y que en ciertas situaciones ni siquiera puedo pedir un cierto nivel de eficiencia, pero, aunque haya leído cientos de hojas de miles de autores, NADA, me enseña lo que me han mostrado un par de meses en el servicio público, por dar un ejemplo.
Desde siempre he pensado que mi carrera debería servir para ayudar a la ciudadanía, para promover el crecimiento de mi país y no solo para enriquecerme como individuo, pero hay momentos en los que la decepción universitaria hacen que dejes de lado tus deseos de "triunfar", y así, entre comillas, porque el éxito se enfoca en cuántos miles de dólares estás ganando al año y no en cuan feliz estás siendo con tu profesión.
Mi tiempo es mío, y aunque para unos resulte muy lento, muy rápido, perfecto, o como sea, por lo menos sé que esos días me han pertenecido y que el resto de vida que tengo por vivir también me pertenece.
En las mañanas, junto con el viento helado de las 6h30 am me acompañaba la percepción del vacío, la falta de pertenencia y el cansancio de solo pensar que al día siguiente volvería a encontrarme en el mismo pupitre.
Aunque en esos días grises siempre encontré sonrisas, hoy no quiero volver a este espacio, le agradezco a muy poca gente por soportarme todo este tiempo, pero sobre todo por hacerme crecer y esa idea me hace vivir. Siento que he pasado mucho tiempo en el limbo de graduarme, es frustrante, te causa impotencia y hasta cierto punto no hay lágrimas suficientes que te alivien esta sensación de impotencia; pero por otro lado, he ido aprendiendo de mi, me he venido conociendo poco a poco y he ganado horas de vida.


Tal vez en un par de meses sienta la satisfacción de terminar finalmente esta carrera que me ha dado alegrías pero también mucha, muchísima insatisfacción.
Espero encontrar la pasión, el gusto, las ganas de despertarme todos los días y hacer lo que me haga feliz, porque eso es lo que siempre he buscado, la felicidad en medio del vacío.